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En el apasionante mundo de la construcción sostenible, uno de los desafíos cruciales es asegurar la financiación necesaria para proyectos que se comprometan con la eficiencia en el consumo de recursos naturales y la reducción de emisiones. Esto conlleva la incorporación de tecnologías más inclusivas con la naturaleza y prácticas amigables con el medio ambiente. En México, este desafío se ha abordado mediante esquemas financieros colaborativos con inversores privados.

Si bien los proyectos sostenibles han ganado prominencia en el país, la tendencia tomó vuelo especialmente para las Fibras (Fideicomisos de Inversión en Bienes Raíces) a partir de 2016. Según la Iniciativa de Bonos Climáticos, una organización global enfocada en movilizar capital para la acción climática, en 2019, los sectores de energía, construcción y transporte lideraron la financiación de bonos verdes en México.

Este movimiento ha llevado a la emisión de bonos verdes destinados a proyectos de construcción sostenible en México, respaldados por diversas entidades, como el gobierno de la Ciudad de México, Vinte, BBVA y CADU Real Estate. En septiembre de 2020, México estableció un hito al emitir el primer Bono Sostenible vinculado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) promovidos por la ONU.

México ha utilizado instrumentos financieros alternativos como CKDs (Certificados de Capital de Desarrollo) y CERPIS (Certificados de Energía para Proyectos de Inversión Sustentable) para financiar proyectos de construcción sostenible, particularmente aquellos relacionados con la reducción de emisiones de carbono. Estos instrumentos representan una oportunidad para emitir productos financieros etiquetados como “verdes” cuando están asociados con proyectos de bajo impacto ambiental.

La tendencia hacia la sostenibilidad ha atraído a inversores, tanto nacionales como extranjeros, así como a las Afore (Administradoras de Fondos para el Retiro) en el caso de las Fibras Inmobiliarias. Estos inversionistas tienen un interés creciente en proyectos que buscan obtener certificaciones sustentables como las LEED (Leadership in Energy and Environmental Design).

La importancia de la sostenibilidad  va más allá de su impacto ambiental; también beneficia el aspecto económico al mejorar la eficiencia energética, la gestión de residuos, la conservación del agua y la implementación de sistemas de tratamiento de aguas, lo que se traduce en ahorros significativos.

Las instituciones públicas mexicanas, como Banobras (Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos), SHF (Sociedad Hipotecaria Federal), Infonavit (Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores), Conuee (Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía) y SUMe (Sustentabilidad para México), han respaldado la construcción sostenible a través de incentivos y programas como EcoCasa. Esto ha abierto canales financieros para desarrolladores y promotores inmobiliarios, facilitando aún más la financiación de proyectos sostenibles.

Para obtener financiamiento, se requiere una auditoría externa que confirme el cumplimiento de las normas de bonos verdes. Esto incluye una evaluación del marco de bonos verdes del emisor y su alineación con las normas y categorías de activos elegibles. También es esencial realizar verificaciones antes y después de la emisión para garantizar que los fondos se destinen a proyectos o activos sustentables, en línea con los criterios establecidos.

El financiamiento de proyectos sostenibles, está  transformando la construcción y definitivamente  está tomando vuelo en México, respaldando proyectos de construcción que promueven prácticas amigables con el medio ambiente. Esta tendencia beneficia tanto a la naturaleza como a la economía, y con el respaldo de inversores y el compromiso de instituciones públicas, está transformando la industria de la construcción en el país hacia un futuro más verde y prometedor.

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