La industria de la construcción en México avanza con dinámicas opuestas. Mientras la vivienda muestra fortaleza sostenida, la obra civil y la inversión pública mantienen un rezago que afecta el desempeño general del sector.
La ENEC del INEGI registró en julio una contracción anual de 17% en el valor de la producción, con las mayores caídas en ramas vinculadas al presupuesto público. La ingeniería civil retrocedió 22%, reflejo de licitaciones tardías y obras diferidas. En paralelo, la inversión fija bruta en construcción no residencial cayó 17.6%, lo que profundiza la debilidad del componente público.
Del lado positivo, la vivienda continúa resistiendo. BBVA reporta 11 trimestres consecutivos de crecimiento en edificación privada, sustentados en precios firmes —con apreciaciones de más de 8% anual según la SHF— y en un entorno de tasas que dejó de deteriorarse. El resultado: un segmento que sigue activo tanto para desarrolladores como para compradores.
Sin embargo, esta fortaleza no es suficiente para compensar la caída de la obra civil. El PIB del sector acumuló un descenso de 1.1% al 2025, explicado principalmente por el freno en infraestructura. La vivienda funciona como amortiguador, pero su escala y ciclo no reemplazan proyectos públicos de largo alcance en energía, agua o transporte.
En el frente financiero, las señales son más favorables. El crédito a la construcción tocó piso y las tasas promedio rondaron 10.6%, mejor que en años previos. Con mayor certidumbre regulatoria y calendarios de licencias más claros, el capital privado podría impulsar vivienda vertical y proyectos logísticos en ciudades clave del nearshoring.
En este contexto, empresas como GFL, especializadas en soluciones financieras para adquisición y renovación de maquinaria, contribuyen a que contratistas y desarrolladores mantengan operación y capacidad productiva sin descapitalizarse, mediante esquemas como crédito simple o leasing.
Tres indicadores definirán el rumbo inmediato:
- La producción pública reportada por INEGI, clave para identificar un posible piso del ciclo.
- La inversión fija en construcción no residencial, señal temprana de reactivación en infraestructura.
- El comportamiento del precio de la vivienda, que debe moderarse para sostener la demanda sin frenar el dinamismo del mercado.
La construcción mexicana avanza con dos velocidades. Si la ejecución presupuestal de 2026 se ordena y se ejerce a tiempo, la locomotora dejará de arrastrar sola. De lo contrario, la brecha entre vivienda e infraestructura persistirá.



