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El cambio climático ha dejado de ser una amenaza lejana para convertirse en una realidad urgente. Sus consecuencias —eventos climáticos extremos, pérdida de biodiversidad, desplazamientos humanos y daños económicos— se hacen cada vez más evidentes.

De acuerdo con el informe 2024 Global Status Report for Buildings and Construction de la ONU, este sector es responsable del 34% de la demanda final de energía a nivel global y de aproximadamente el 37% de las emisiones de CO₂ relacionadas con la energía. Estos datos reflejan la magnitud del reto, pero también el potencial transformador que tiene la industria si adopta prácticas sostenibles.

La vivienda no puede permanecer ajena a esta crisis. Adoptar materiales sustentables, incorporar tecnologías de eficiencia energética y fomentar el financiamiento verde son pasos necesarios para reducir la huella ambiental del sector. Aquí es donde el financiamiento innovador cobra una relevancia particular.

Global Financial Leasing (GFL), por ejemplo, impulsa el desarrollo de proyectos sustentables al ofrecer esquemas de financiamiento flexibles y orientados a la inversión en tecnologías limpias y eficientes. Al facilitar el acceso a recursos para desarrolladores y empresas constructoras comprometidas con el medio ambiente, se convierte en un aliado estratégico en la transición hacia ciudades más verdes y resilientes.

El desafío está planteado: ¿cómo transformamos una de las industrias más tradicionales en una palanca de sostenibilidad? La respuesta no es única, pero empieza por el compromiso conjunto de desarrolladores, inversionistas, entidades financieras y consumidores.


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